viernes, 1 de agosto de 2008

Entre otras cosas...El Pendulo de Foucault

Claro que sí. Y ahora pasemos a los números mágicos que tanto les gusta a tus autores. Uno eres tú que no eres dos, una es la cosita que tienes ahí, y una la que tengo aquí, una es la nariz y uno el corazón, de modo que ya ves cuántas cosas importantes son uno. Y dos son los ojos, las orejas, los agujeros de la nariz, mis senos y tus pelotas, las piernas, los brazos, las nalgas. Tres es más mágico que todos porque nuestro cuerpo lo ignora, no tenemos nada que sea tres cosas, y debería ser un número misteriosísimo, que atribuimos a Dios, dondequiera que vivamos. Pero si te paras a pensar, yo tengo una sola cosita y tú tienes una sola cosita, calla, y no hagas gracias, y si ponemos esas dos cositas juntas sale una nueva soita y ya somos tres. Pero entonces,¿se necesita un profesor universitario para descubrir que todos los pueblos tienen estructuras ternarias, trinidades y cosas por el estilo?Mira que las religiones no se hacían con ordenador, era toda gente bien, que follabra como es debido, y todas las estructuras trinitarias no son un misterio,son el relato de lo que haces tú, de lo que hacían ellos. Pero dos brazos y dos piernas dan cuatro, y así resulta que también cuatro es un número bonito, sobre todo si piensas que los animales tienen cuatro patas y que a cuatro patas se mueven los niños pequeños, como sabía la Esfinge. Del cinco ni que hablar, son los dedos de la mano, y con dos manos tienes ese otro número sagrado que es diez, y por fuerza han de ser diez los mandamientos, porque, si fuesen doce, cuando el cura dice uno, dos, tres y muestra los dedos, al llegar a los dos últimos tendría que pedirle prestada la mano al sacristán. Ahora toma el cuerpo y cuenta todo lo que sobresale del tronco, con brazos, piernas, cabeza y pene, son seis, pero en el caso de la mujer son siete, por eso creo que autores nunca se han tomado en serio el seir, salcon como el doble del tres, porque sólo funciona para los machos, que no tienen ningún siete, y cuando ellos mandan prefieren verlo como un número sagrado, olvidando que también mis tetas sobresalen, pero paciencia. Ocho; Dios mío, no tenemos ningún ocho....no, espera, si el brazo y la pieran no cuentan como uno sino como dos, porque ahí están el codo y la rodilla, tenemos ocho huesos grandes que se bambolean desde el troneo, y si les sumas este último tienes el nueve, que con la cabeza da diez. Pero sin alejarte del cuerpo puedes obtener todos los números que quieras, piensa en los agujeros.EL PENDULO DE FOUCAULTEco, umberto